viernes, 31 de octubre de 2008

Factores de riesgo de derrames cerebrales incontrolables

Aunque no es posible modificar estos factores de riesgo, sí se puede reducir a un mínimo su repercusión sobre el riesgo general de apoplejías si se concentra el esfuerzo en los factores de riesgo que sí son controlables.

  • Edad: El riesgo de derrames cerebrales se duplica cada diez años después de los 55 años de edad.
  • Sexo: Los hombres tienen un riesgo de apoplejía ligeramente superior al de las mujeres.
  • Raza: Los estadounidenses de ascendencia africana tienen el doble de riesgo de sufrir derrames cerebrales que otros grupos raciales.
  • Antecedentes familiares: Los antecedentes familiares de apoplejía indican un mayor riesgo para la persona.
  • Diabetes: Los problemas circulatorios asociados con esta enfermedad pueden incrementar el riesgo de derrames cerebrales incluso si se controlan estrechamente los niveles de azúcar e insulina.

Además de estos factores de riesgo, los derrames cerebrales también se relacionan con el elevado consumo de alcohol (especialmente en juergas esporádicas), el alto número de glóbulos rojos y el consumo de píldoras anticonceptivas con alto contenido de estrógenos por mujeres fumadoras mayores de 30 años de edad. Hasta el momento no se ha demostrado una relación directa entre el estrés y el riesgo de apoplejía.

Derrames cerebrales recurrentes

La historia personal de derrames cerebrales puede incrementar en diez veces el riesgo de una nueva apoplejía. Además de concentrar la atención en los factores controlables de riesgo de derrames cerebrales, algunos supervivientes podrán reducir la probabilidad de una nueva apoplejía mediante la medicación indicada por el médico.

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Factores de riesgo

Hay diversos factores de riesgo que provocan que determinadas personas tengan más probabilidades de sufrir una apoplejía. Dichos riesgos se clasifican como controlables (aquellos que la persona puede modificar) e incontrolables (aquellos que no se pueden modificar).

Factores de riesgo de derrames cerebrales controlables

La buena noticia es que el 50% de los derrames cerebrales se pueden evitar mediante la atención médica y cambios sencillos en el estilo de vida.

  • Hipertensión (presión sanguínea alta): La hipertensión significa un nivel estable de presión sanguínea por encima de 140/90. La presión sanguínea alta daña las paredes arteriales y puede incrementar la coagulación que a su vez conduce a la formación de coágulos que provocan la apoplejía. La hipertensión puede incrementar entre dos y seis veces el riesgo de derrames cerebrales.
  • Fibrilación auricular: La fibrilación auricular (AF) es el nombre que se da a un tipo específico de ritmo cardíaco irregular que afecta a más de un millón de estadounidenses. En la AF, la aurícula izquierda (el compartimento superior izquierdo) del corazón late de manera rápida e impredecible. Normalmente, los cuatro compartimentos del corazón laten con el mismo ritmo, entre 60 y 100 veces por minuto. En las personas que padecen de AF, la aurícula izquierda puede latir hasta 400 veces por minuto. Si no recibe tratamiento, la AF puede incrementar entre cuatro y seis veces el riesgo de apoplejía. A largo plazo, la AF sin tratamiento también puede debilitar el corazón, lo que puede provocar un infarto cardíaco.
  • Fumar: Además de dañar los pulmones, la adicción al tabaco también daña las paredes de los vasos sanguíneos, acelera el endurecimiento de las arterias, incrementa el trabajo del corazón y eleva la presión sanguínea. El hábito de fumar puede elevar al doble el riesgo de derrames cerebrales. Es bueno señalar que si alguien deja de fumar en el día de hoy, dentro de 2 á 5 años su riesgo de apoplejía será el mismo de aquellas personas que nunca han fumado.
  • Alto nivel de colesterol y exceso de peso: En los adultos, lo mejor es un nivel de colesterol de 200 o menos. El excedente de colesterol puede depositarse en las paredes arteriales y conducir al bloqueo eventual de dichos vasos a causa de una trombosis. El peso excesivo dificulta el funcionamiento de todo el sistema circulatorio y predispone a la persona a otros factores de riesgo de apoplejía, como la presión sanguínea alta.
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Tratamiento

Como ya hemos dicho, los signos de alerta de apoplejía exigen una inmediata evaluación médica de emergencia. Una de las razones que explican esa urgencia es que los investigadores han descubierto recientemente que el daño cerebral relacionado con el derrame cerebral puede extenderse mucho más allá de la zona directamente afectada por la apoplejía y puede agravarse en las primeras 24 horas. Los investigadores están intentando limitar o evitar ese daño secundario al investigar la posibilidad de proteger al cerebro con determinados fármacos administrados en las primeras seis horas posteriores al derrame cerebral.

Cuando se produce la apoplejía es necesaria la hospitalización del paciente para determinar la causa, iniciar el tratamiento y evitar las complicaciones que pudieran surgir. La rehabilitación se inicia una vez que se estabiliza el estado del superviviente del derrame cerebral y se compruebe que se ha detenido el deterioro neurológico.

La rehabilitación puede incluir la capacitación intensiva dirigida a la recuperación de distintos aspectos: el movimiento; el equilibrio; la percepción del espacio y del cuerpo; el control de esfínteres; el lenguaje; y nuevos métodos de adaptación psicológica y emocional. Los programas de rehabilitación tras los derrames cerebrales exigen el esfuerzo coordinado de muchos profesionales de la salud.

Aproximadamente un 80% de los supervivientes de apoplejía presentan trastornos físicos, de la percepción y del lenguaje que se pueden curar a través de la rehabilitación. Muchos no reciben los servicios que necesitan porque no se les remite a dichos servicios, o porque los seguros gubernamentales o privados no los cubren. Los trabajadores sociales pueden contribuir a aliviar el costo económico de la atención a largo plazo.

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lunes, 9 de junio de 2008

Tipos de Derrame Cerebral

Los ataques cerebrales se pueden clasificar en dos categorías principales:
  • 88 por ciento son ataques isquémicos - derrame cerebrales causados por la obstrucción de una arteria.
  • 12 por ciento son ataques hemorrágicos - derrame cerebrales causados por hemorragia.
Ataque cerebral isquémico:
Un ataque cerebral isquémico se produce cuando un vaso sanguíneo que riega el encéfalo se obstruye o se "cierra" e impide el flujo de sangre a una zona del encéfalo. Las células y los tejidos del encéfalo empiezan a morir al cabo de pocos minutos por falta de oxígeno y de nutrientes. La zona de tejido muerto se llama infarto. Ataque cerebral trombótico:
Los ataques trombóticos son ataques cerebrales causados por un trombo (coágulo de sangre) que se forma en las arterias que suministran sangre al encéfalo. Este tipo de ataque cerebral se suele ver en las personas de edad avanzada, especialmente en las que tienen niveles altos de colesterol y aterosclerosis (acumulación de grasa y lípidos dentro de las paredes de los vasos sanguíneos).

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miércoles, 13 de febrero de 2008

DERRAME CEREBRAL

La apoplejía o derrame cerebral es un daño cerebral provocado por la interrupción del suministro de sangre al cerebro. Sus causas pueden ser las siguientes:

  • Trombosis: Estrechamiento progresivo y bloqueo eventual de una arteria del cerebro o el cuello, por lo general debido a la acumulación de colesterol y depósitos grasos. Aproximadamente un 60% de los derrames cerebrales se deben a la trombosis.
  • Embolia: Bloqueo de una arteria del cerebro o del cuello por un coágulo o "émbolo". Los coágulos pueden ser coágulos sanguíneos que se forman en otra parte del organismo (por lo general en el corazón) y que se trasladan al cerebro, o pueden ser pequeños desprendimientos de los depósitos grasos que revisten las arterias. Aproximadamente un 20% de todos los derrames cerebrales se deben a la embolia.
  • Hemorragia: Ruptura de una arteria del cerebro o de la superficie cerebral. Dichas rupturas pueden deberse a un aneurisma (una zona fina y débil de la pared arterial) o a una malformación congénita del sistema circulatorio cerebral. Las hemorragias pueden producirse dentro del propio cerebro o en el espacio que media entre el cerebro y la membrana protectora exterior. Aproximadamente un 20% de todos los derrames cerebrales se deben a las hemorragias.

Cifras

Los derrames cerebrales siguen siendo la tercera causa de muerte en Estados Unidos. De acuerdo con la Asociación Nacional contra los Derrames Cerebrales (National Stroke Association), los derrames cerebrales afligen cada año a aproximadamente 730,000 estadounidenses, de los que fallecen unos 160,000 y se afectan para siempre las vidas de los 570,000 que logran sobrevivir. Se estima que en la actualidad viven en Estados Unidos unos cuatro millones de supervivientes de apoplejía.

Síntomas

Algunos derrames cerebrales son precedidos por señales de alerta denominados accidentes isquémicos transitorios (TIA). Los TIA provocan la interrupción transitoria del flujo sanguíneo dentro del cerebro o en el acceso al cerebro. (La apoplejía o derrame cerebral es la interrupción permanente del suministro de sangre a una región del cerebro). Entre los TIA o señales de alerta de la apoplejía están los siguientes:

  • Pérdida de sensibilidad, debilidad o parálisis del rostro, brazo o pierna, especialmente en un solo lado del cuerpo.
  • Súbita aparición de visión nublada o reducida en uno o dos ojos.
  • Dificultad para hablar o para comprender frases sencillas.
  • Falta de equilibrio, mareo o pérdida de la coordinación, especialmente cuando se combinan con otros signos de alerta.
  • Fuerte dolor de cabeza, localizado y sin explicación aparente, de aparición súbita.
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EFECTOS DE UN DERRAME CEREBRAL

Los efectos específicos que sufra el paciente tras sobrevivir a un derrame cerebral dependerán de la ubicación y la extensión de la apoplejía. Por ejemplo, los derrames cerebrales que se producen en el hemisferio izquierdo del cerebro pueden afectar a la comunicación y la memoria, así como a los movimientos del lado derecho del cuerpo. Los derrames cerebrales que se producen en el hemisferio derecho del cerebro pueden afectar a las capacidades espaciales y de percepción, así como a los movimientos del lado izquierdo del cuerpo. En general, las apoplejías de gran amplitud (que dañan a un volumen significativo de tejidos cerebrales) provocan un mayor número de efectos e incrementan su gravedad.

Aunque no hay dos supervivientes de derrames cerebrales que sufran exactamente de las mismas lesiones o incapacidades, entre los síntomas físicos, cognitivos y emocionales comunes a muchos supervivientes están los siguientes:

  • Parálisis—Por lo general en un solo lado del cuerpo (el lado opuesto al hemisferio en que se produjo el derrame cerebral), incluidos el rostro y la boca. Los pacientes pueden presentar dificultades para deglutir.
  • Trastornos de la visión—Es posible que los pacientes no puedan enfocar la vista, que presenten un punto ciego, que sufran trastornos de la visión periférica o debilidad de la visión en uno de los ojos.
  • Trastornos de la comunicaciónEl término afasia se emplea para describir a un conjunto de dificultades de la comunicación, que incluyen los problemas del habla, la comprensión, la lectura y la escritura.
  • Labilidad emocional—Manifestaciones exteriores, incontrolables y sin explicación aparente, de llanto, ira o risa que no guardan relación con el verdadero estado emocional del paciente. Por lo general dichos episodios se inician y terminan rápidamente y se disipan con el tiempo.
  • DepresiónUna reacción natural que se origina por causas fisiológicas y psicológicas. Algunos factores importantes para predecir la presencia y gravedad de las depresiones posteriores a la apoplejía son la historia previa de depresiones, la ubicación y la amplitud del derrame cerebral.

Diagnóstico

El desarrollo de la tecnología médica ha incrementado la capacidad de los médicos para diagnosticar con exactitud los derrames cerebrales y para evaluar el daño producido en el cerebro. Sin embargo, no siempre es fácil identificar las pequeñas apoplejías, porque el paciente y sus familiares pueden pasar por alto los síntomas, atribuyéndolos a fenómenos naturales del proceso de envejecimiento, y porque se pueden confundir con los síntomas de otras enfermedades neurológicas. Como ya se apuntó anteriormente, toda manifestación de señales de advertencia de derrames cerebrales exige una evaluación inmediata de emergencia.

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